Todo es muy difícil antes de ser fácil

Provengo de un entorno familiar en el que el castellano es la única lengua. Mi familia, como otras muchas, tuvo que emigrar a Vitoria-Gasteiz en busca de trabajo y de nuevas oportunidades. He sido testigo del desarrollo sociolingüístico experimentado por la ciudad en las últimas décadas, que muestra una tendencia claramente ascendente en cuanto al conocimiento y, en menor medida, al uso de la lengua vasca. A pesar de ello, el castellano sigue siendo para muchos vitorianos la lengua normal de uso y la única realidad. Fui el primero en mi familia que tuvo contacto con el euskera en la época del instituto. Empecé a estudiar euskera por la imperiosa necesidad de aprobar una asignatura… No tenía ninguna otra motivación. Seguramente vería la lengua como algo impuesto, de igual forma que se nos imponen otras asignaturas. Esa suele ser la postura que adoptan la mayoría de personas monolingües ante situaciones similares. Ésta fue mi primera relación con la lengua vasca. Hasta ese instante nunca tuve inquietudes ni preocupaciones reseñables hacia las lenguas; además, ¿por qué iba a preocuparme? Todo mi entorno se desenvolvía en castellano y apenas notaba la presencia del euskera o de personas que quisiesen vivir en esa lengua. Vivía en castellano, era parte de esa comunidad lingüística y podía desarrollar mi vida plenamente. ¿Y en euskera? A pesar de que han transcurrido más de 27 años, aún hoy podemos escuchar perlas tales como: “estos pretenden obligarme a aprender y utilizar una lengua”, “debería ser un proceso voluntario”, "es una imposición artificial que no se corresponde con una demanda real de los ciudadanos", “nos quieren hacer pensar que toda la ciudadanía tiene que hablar en euskera”, “los partidarios de implementar medidas para satisfacer los derechos lingüísticos de los euskaldunes son unos talibanes y sectarios”, "serán las nuevas generaciones las que lleven el euskera al mundo laboral de forma natural”… La realidad, en cambio, es otra, ya que existe toda una comunidad lingüística de consumidores y usuarios que aún no tiene opción de consumir y vivir en su lengua siempre que lo desee Con el transcurso de los años, ha variado mi situación personal. En numerosos ámbitos sociales también ha avanzado considerablemente la presencia, conocimiento y uso de la lengua; en otros, en cambio, nuestros hijos padecerán los mismos problemas que hemos tenido durante todos estos años. Han pasado más de 25 años desde que empecé a estudiar euskera y hoy día se sigue hablando de progresividad, voluntad, acuerdo, persuasión y demás conceptos bajo los que se esconde, a mi modo de ver, la incapacidad de consensuar y asumir medidas eficaces para la promoción de la lengua. Estoy seguro de que todos estamos de acuerdo con los términos que acabo de citar, pero necesitamos medidas firmes que contribuyan a saciar el anhelo de toda una comunidad lingüística. Recientemente hemos celebrado el 15º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos. En ella se recoge que todas las comunidades lingüísticas son iguales en derecho y, en aplicación del principio de igualdad, deben establecerse las medidas para que esta igualdad sea efectiva. En el artículo 12º se establece que en el ámbito público (además del personal y familiar), todo el mundo tiene derecho a desarrollar todas las actividades en su lengua, si es la lengua propia del lugar donde reside. Es decir, a nosotros y a nuestros hijos se nos reconocen una serie de derechos que alguien tiene la obligación de que se cumplan… En lo referente al ámbito socioeconómico, en la sección VI de la Declaración se especifican los derechos de una comunidad lingüística. Por citar alguno de ellos: toda comunidad lingüística tiene derecho al uso de su lengua en todas las actividades socioeconómicas; cualquier miembro de una comunidad lingüística tiene derecho a disponer en su lengua de todos los medios que requiere el ejercicio de la actividad profesional (documentos, formularios, etc.); derecho a usar su lengua, con plena validez jurídica, en las transacciones económicas de todo tipo (compra-venta de bienes y servicios, operaciones bancarias, seguros, contratos laborales…); derecho a disponer en su lengua de los documentos necesarios (impresos, contratos, facturas, recibos...); presencia de su lengua en la publicidad, la rotulación, la señalización exterior, productos y servicios que proponen los establecimientos, instrucciones de uso, etiquetas, listados de ingredientes, garantías, notificaciones de seguridad, etc. Ya sé que todo esto parece bastante difícil, pero todo es muy difícil antes de ser fácil. Con la misión de contribuir a facilitar este proceso, estamos poniendo nuestro grano de arena por medio del Certificado Bai Euskarari. Estamos contribuyendo a que los agentes sociales den pasos firmes para que la presencia del euskera avance. De igual manera, queremos invitar a todos los estamentos a que se sumen a esta ola de pasos, desde los representantes políticos hasta las empresas, establecimientos y todo tipo de entidades, sindicatos y, por supuesto, las personas que conforman la comunidad lingüística. Hay que facilitar medios a todas las personas que quieran vivir en euskera; hay que dar opción a que las empresas y personas que quieran trabajar en lengua vasca puedan hacerlo y hay que posibilitar la opción de compra en euskera a aquellos que lo deseen. ¿Cómo se puede hace esto? Ofreciendo modelos adecuados, por medio de leyes avanzadas y adecuadas, sin complejos, estableciendo plazos concretos, invirtiendo y ayudando económicamente a las entidades, empresas y establecimientos que quieran dar esos pasos... Bai Euskarari ayuda a dar esos pasos firmes, propone medidas adecuadas a la situación de cada entidad y, gracias a esos pasos firmes, tenemos la ocasión de progresar y contribuir a garantizar los derechos lingüísticos de todos los consumidores y usuarios. Hay que dar respuesta a los consumidores y usuarios vascos, hay que darles opción a que puedan usar el euskera en sus relaciones comerciales también. Si no somos capaces de garantizar este aspecto, estaremos poniendo trabas al desarrollo de sus derechos lingüísticos y seremos cómplices de que existan personas de segundo nivel. De la misma manera que el euskera abre puertas, también el ámbito socioeconómico ha de contribuir a abrir las puertas a las personas que quieran consumir en euskera o utilizar esta lengua en sus relaciones comerciales.

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